martes, 16 de diciembre de 2008

Conmemoración aniversario Hernán Rosado Iguarán (Q.E,P.D)

Con ocasión de cumplirse un año de la muerte de nuestro compañero Hernán Rosado, que laboraba en la Dirección de Prevención y Atención de Desastres, su familia celebró la misa de aniversario en días pasados a la que asistieron algunos amigos del Ministerio y quisimos difundir el mensaje que leyó Rubén, uno de sus hermanos:

“Quiero saludarlos a todos, todos son mis amigos”.

En este acto solemne en que recuerdo a mi hermano, voy hacer un recuento de lo que fue su vida, considerando su partida y el dolor que nos embarga que estamos obligados a recordarlo como el amigo, el compañero y el hombre alegre que siempre fue.

Hernán y yo nacimos fruto del amor de dos seres que se quisieron: Laureano y Emilia.

Compartimos la vida de principio a fin, recorrimos juntos nuestra infancia y nuestro ser más tarde inició su adolescencia, en que ya apuntaban las posibilidades del hombre, pero en la cual todavía no dan sus frutos y nos entregamos a la edad adulta o madurez, en la que el hombre ya formado, se entrega a su labor y realiza su obra.

Hicimos nuestros primeros pinitos con las rondas infantiles en las calles pedregosas del Barranca del ayer. Jugamos al trompo, la candela, a escondidas y elevamos cometas, tan altas como significando nuestros sueños. También evidenciamos el amor platónico y la marcada tendencia a la inclinación musical.

Yo si que sé de Hernán, de sus travesuras, de su apego por el anciano para que le enseñara, de sus conquistas, alegrías, amarguras y tristezas, hoy sus amigos y compañeros saben que es cierto.

Así era el hijo del pueblo, mi hermano y yo, aquel que le coqueteaba a la gordita y le cantaba en su cumpleaños.

Sentimos y estamos tristes por su ausencia. Calma su melancolía decía su compañera, la que muy triste comentaba también las penas de un soldado.

Hernán Antonio, hermano descansa en paz.”

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